El característico tono verde de la Casa de los Siete Balcones se disolvió de forma casi mística en una suave ola morada, dando al espacio una atmósfera femenina que acogía la inauguración de la exposición Rodar Juntas.
En la Calle 10, la entrada recibía a mujeres que llegaban con su inseparable compañera, la bicicleta —bicis blancas, moradas, rojas. De muchos colores, adaptadas con aquel toque personal que habla de quiénes son y de lo que reclaman—. Conversaban, se acercaban, escuchaban relatos de rodar, de liberarse, de desplazarse y de conquistar la ciudad.
Esta muestra, levantada a muchas manos y muchas voces, invita a cuestionar cómo habitamos la ciudad y de qué forma las mujeres han reclamado ese espacio —antes en sombra, ahora en pedal—.
“Esta exposición no es solo el resultado del trabajo institucional, también de las relaciones que tejemos con la ciudadanía. Se construyó a lo largo de 2024 y 2025 con mujeres que tienen diferentes experiencias de vida relacionadas con el uso de la bicicleta. Trabajamos con colectivas de mujeres ciclistas, deportistas, activistas y trabajadoras”, expresó Diego Parra, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural – IDPC. Su mirada sobre el patrimonio y la ciudad se entrelazó con el pedaleo, con las rutas, con el instante en el que una mujer sobre ruedas reclama su lugar.
A continuación, quien en su momento fue la gerente del Museo de Bogotá y del Museo de la Ciudad Autoconstruida, Alejandra Romero, tomó la palabra: “Me siento muy orgullosa —de verdad— de poder inaugurar este espacio y de dar estas palabras, porque creo que es muy importante agradecerles por permitirnos pensar opciones también para las mujeres en la ciudad. Opciones para talleres en conjunto, para talleres colectivos, para ser mujeres deportistas. Opciones para pensar también en formas distintas de vestir, de pertenecer a la ciudad. De habitar este territorio que es de todas”.
La sala vibró ante esas memorias evocadas: el morado y el verde que antes eran solo decoración se transformaron en paisaje de cambio, en promesa. Esa inauguración no se limitó a un acto protocolario: se convirtió en una ceremonia donde la bicicleta dejó de ser únicamente vehículo y se volvió símbolo de pertenencia.
En ese momento, una pregunta resonó en todo el ambiente: ¿cuál es el primer recuerdo que tenemos con la bicicleta?
“La ilusión era que mi papá se fuera a trabajar para poder montar en su bicicleta, que era intocable, la bicicleta era una Raleigh. Y yo aprendí a montar en un patín ciclónico por debajo de la barra. Y lo que hice —mi primer circuito ciclista lo hacía en el patio–; lo que yo me imaginaba. ¿Cómo diablos uno hace para andar en una bicicleta que no tiene ningún apoyo a los lados? Esa fue mi principal inquietud. Y siempre estuve como: ‘el día que yo pueda montar, que yo pueda impulsar la bicicleta, ese día es mi rato’. Y lo logré”, señaló Luz Marina Ramírez, precursora del ciclismo profesional femenino en Colombia.
«Un recuerdo más lindo con la bicicleta… no es solo uno, pero es más como la visita. Para mí la visita siempre es entonces con una, dos, tres amigas —con esas con las que hacemos el plan, salimos, ya sabe uno: “¿qué vamos a hacer hoy? ¿No?”—. Eso, para mí, es vida», señaló Diana Durán, actual directora de Planeación para la Movilidad de la Secretaría de Movilidad de Bogotá.
Sus palabras cortaron el murmullo de fondo y se volvieron un eco en la sala: la memoria de una infancia cesaba de ser anecdótica para convertirse en terreno común. En ese relato simple estaba grabado —como en el surco que dejan las ruedas— el deseo de pertenecer, de desafiar lo prohibido, de encontrar su espacio sobre el asfalto. Y en la voz de quien escucha y cuenta se adivina algo más: que rodar no es solo moverse, sino reivindicar el momento propio.
Al terminar, el silencio que siguió fue tan intenso que casi se pudo oír el viento que, antaño, empujaba la rueda de aquella “Raleigh”. Y cada mirada en la sala parecía conectar con ese instante: el primer pedal, el vértigo, la certeza.
El murmullo de los discursos se disipó y la sala tomó vida: las y los visitantes se desplazaron entre paneles repletos de historias, entre bicicletas elevadas y mapas de ruta, como si estuvieran entrando en un túnel donde el tiempo se expandía. Atrás quedaban las palabras; delante, el asfalto imaginado de cada testimonio. Cada imagen y cada objeto detenían el ritmo de la marcha y convocaban al siguiente tramo del recorrido: el que celebraba la rueda en movimiento, la mujer que pedalea y la ciudad que espera.
Visita la exposición Rodar Juntas en el Museo de Bogotá (Casa de los Siete Balcones | Calle 10 No. 3-61) de manera gratuita y descubre, a través de las voces y las imágenes de sus protagonistas, cómo la bicicleta sigue tejiendo comunidad, libertad y patrimonio en movimiento. Puedes visitar la exposición en los siguientes horarios: lunes, miércoles, jueves y viernes: 9:00 a. m. a 6:00 p. m. (último ingreso 5:30 pm). Sábados, domingos y festivos: 10:00 a. m. a 6:00 p. m. (último ingreso 5:30 p. m.)
Por: Angie Ramírez
Comunicaciones Museo de Bogotá y Museo de la Ciudad Autoconstruida










