Después de 4 años de ausencia, por la restauración de la Plaza de mercado la Concordia, la escultura del Divino Niño regresó el 16 de diciembre para celebrar las novenas de navidad con quienes creen en su protección y reconocen la unión que se genera en las celebraciones especiales, así como la memoria colectiva de los comerciantes fundadores de la Plaza.

Debido a que la escultura fue instalada en la Plaza en la década de los años 50, y ha estado allí desde entonces, es normal que se presenten deterioros por el paso del tiempo, para esto se van a realizar procesos de limpieza superficial, eliminación de repintes, resanes y consolidación de la base y la capa pictórica. Para finalizar se realizará la respectiva aplicación de la capa de protección.

Esta iniciativa, hace parte del proceso reactivación de la plaza de mercado La Concordia por parte del IDPC, en colaboración con el IPES y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, así como su entronización al interior de la galería, reconociendo el acervo cultural propio de las plazas de mercado y su encomendación en la labor comercial y devocional. De igual manera, se trabajó con la comunidad de vivander@s para concertar los detalles referentes a la ubicación de la figura.

La restauración y retorno del Divino Niño a la plaza de mercado La Concordia es un acto simbólico que busca activar este entorno patrimonial en clave de patrimonios integrados y aportar a la reconstrucción de un tejido comunitario y barrial afectado por los procesos de transformación urbana.

Valor patrimonial de la escultura del El Divino Niño en la Plaza La Concordia

La plaza de mercado La Concordia, ubicada en la Calle 14 No. 1-40, se construyó entre 1933 y 1937 con el fin de trasladar allí los mercados que se desarrollaban al aire libre en el entorno cercano. Con esta obra, el barrio obrero Chiquinquirá tomó el nombre de la plaza y fue integrado de manera más orgánica al centro histórico de Bogotá, pues hasta entonces, había sido un lugar de frontera entre el arrabal y la ciudad “formal”. La importancia geo-histórica de la plaza le ha dado sustento a su gran valor patrimonial, que empezó a ser reconocido oficialmente cuando fue declarada como bien de interés cultural en 1994, momento en el que todavía predominaba el aspecto “material” en la valoración del patrimonio cultural.

La “materialidad” no es el único insumo de dicho valor, pues en este lugar el patrimonio cultural se ha expresado siempre de manera integral en la vida cotidiana. La bella arquitectura de la plaza ha dado lugar a las prácticas, las creencias y los saberes que conforman su patrimonio inmaterial, algunos de los cuales, incluso, la relacionan con el patrimonio natural de la región, a través del sistema agroalimentario que conecta la ciudad con el campo. Históricamente, el componente productivo de la plaza se ha entretejido con su aspecto sociocultural, pues la amplia oferta de bienes y servicios, que ha diversificado su vocación, ha sido indesligable del estilo de vida y los vínculos de solidaridad y fraternidad entre las personas que trabajan allí y las que habitan su entorno vecinal. La plaza de La Concordia ha constituido, entonces, un patrimonio invaluable para el buen vivir de las personas que la frecuentan, en especial para sus vecin@s y sus trabajadores y familias.