Durante todo septiembre, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural-IDPC invitó a la ciudadanía a recorrer, sentir, escuchar y reconocer la ciudad desde el lente del patrimonio, a través de 25 actividades, desarrolladas en 7 localidades (Teusaquillo, Usme, Ciudad Bolívar, Suba, San Cristóbal, Antonio Nariño y Santa Fe), a las que asistieron más de 1175 personas. Durante un mes, nos encontramos, caminamos y escuchamos las experiencias y memorias de otros; abrimos las puertas de lugares que nos permitieron reconocer eso que nos gusta de la ciudad, así como aquello que ha sido silenciado y borrado. Encontrarnos y escucharnos nos mostró que lo esencial está en las múltiples redes de sentido que construimos con los lugares y con las personas que los habitan.
Re-descubrimos lo que nos gusta de la ciudad que habitamos
La primera semana: “Vida de barrio, vínculos con lo cotidiano” estuvo dedicada a recorrer la ciudad desde los tejidos y los sentidos que se construyen en las múltiples y diversas formas de habitar los territorios. Las actividades desarrolladas nos permitieron caminar por los barrios acompañados de sus vecinos y vecinas; nos permitieron relevar los vínculos y memorias de los y las asistentes y reflexionar sobre los procesos y agencias ciudadanas que tejen los territorios. Durante esta semana, nos encontramos y conversamos en torno a las dinámicas barriales en las que nos es posible reconocernos como parte de una ciudad, de su historia y de sus transformaciones.
La vida en la ciudad está marcada por nuestras maneras de relacionarnos con la naturaleza; sin embargo, son pocas las veces en las que nos detenemos a escuchar, sentir y reconocer cómo se tejen las distintas formas de vida con nuestra propia historia y con las maneras en las que se ha organizado y se entiende la ciudad. Fue esto justamente lo que nos permitió la segunda semana del Mes del Patrimonio, “Patrimonio natural: la vida en torno al agua”. En el recorrido por el Parque Arqueológico de Usme con niños, niñas y adolescentes, pudimos identificar las diversas especies de flora y fauna nativas y reconocerlas como soporte vital del territorio. Caminar y contemplar los humedales y las cuencas de los ríos en compañía de la ciudadanía nos llevó a descubrir que en medio de la ciudad hay escenarios naturales en los que las agencias ciudadanas y las luchas por la defensa de los territorios han sido determinantes en el ordenamiento de la ciudad.
¿Cómo reconocer las memorias y sentidos de lugares que se creían olvidados? ¿Cómo, desde esos silencios, hacer visibles las lógicas de exclusión que se reproducen al ordenar la ciudad? Durante esta semana del Mes del Patrimonio nos propusimos reflexionar sobre nuestra relación con el pasado bajo el lema “borraduras y permanencias”.
Desde el Antiguo Cementerio de Pobres y el Parque Arqueológico y de Patrimonio Cultural de Usme, conversamos sobre cómo la arqueología da cuenta de nuestra relación con la muerte y el lugar que le otorgamos en la vida cotidiana.
Desde el conjunto hospitalario San Juan de Dios, de la mano de los trabajadores y trabajadoras del hospital, entendimos por qué este lugar contiene en sí mismo la historia del país y de la ciudad.
Las diversas actividades suscitaron sensaciones entre los y las participantes, y revelaron sentidos que permiten resignificar estos espacios para entender de otro modo la historia de la ciudad.
La última semana del mes “Hospital San Juan de Dios: una historia en común” estuvo centrada en el desarrollo de actividades en el Hospital San Juan de Dios que abrió sus puertas a la ciudadanía. Médicos egresados de la Universidad Nacional visitaron este lugar que fue habitado por muchas generaciones de estudiantes de medicina y marcó su trayectoria y sus vínculos con el campo de la medicina y su comprensión de la salud pública en el país. Sus testimonios evidenciaron cómo en este lugar se tejieron luchas ciudadanas por los derechos ciudadanos.
La participación de la ciudadanía en este Mes del Patrimonio nos permitió volver a los sentidos y los vínculos con los territorios, activar conversaciones y preguntas y, a través de los testimonios, aprender cosas nuevas de los lugares que visitamos. Sus contribuciones aportaron nuevas preguntas sobre la ciudad que habitamos, así como la ciudad que nos imaginamos y lo que resulta importante para la gente preservar. Gracias a quienes asistieron por permitirnos poner de relieve los sentidos de la ciudad, desde la cercanía y el diálogo.