A los ocho años de la firma del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, se realizó el proceso pedagógico De susurros a resonancias, desarrollado con hijos e hijas de la paz, impulsado por el el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural – IDPC a través de su programa Civinautas, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, y la Agencia para la Reincorporación y Normalización – ARN.
El susurro es una invitación a acortar las distancias y a volvernos a encontrar desde el disfrute de la palabra, creando y/o fortaleciendo vínculos que nos permitan reconocer a quien habla desde la calma y la atención que requiere. En este proceso, se encuentran la creatividad y el susurro para contar las maneras en las que niñas y niños, hijas e hijos de firmantes de paz construyen, desde la cotidianidad, sus territorios, sus ideas sobre sus familias y sus acciones de paz. Es así como se buscó recuperar la experiencia individual de cada participante, y colectivizar los relatos para el intercambio de experiencias, que se ven reflejados en este espacio construido con sus voces, creaciones y reflexiones que expresan aquello que como los y las participantes lo señalan: está en su corazón.
“Este proceso surge como respuesta al cumplimiento de las garantías de quienes firmaron el acuerdo de paz, vinculado al subcomponente de reincorporación integral con un enfoque diferencial de curso vital de niñez y adolescencia en procura de derechos fundamentales y otros como los culturales y patrimoniales. El proyecto se enfoca en atender a una población que ha recibido menor atención como es el caso de las hijas e hijos de los firmantes de los acuerdos. En coordinación con la ARN, entidad encargada de liderar el proceso de reincorporación, se diseñó una metodología basada en el enfoque de Civinautas”, comenta Valeria Miranda, integrante del equipo de Narrativas Patrimoniales del IDPC.
Este proceso se estructuró en cinco sesiones, cada una con un eje temático:
- El cuerpo como primer territorio: los niños y niñas construyeron un “monstruo colectivo”, agregando partes del cuerpo y explicando su relación con ellas.
- El territorio habitado: a través de la literatura infantil, se exploran los lugares significativos para ellos, reflexionando sobre sus migraciones y las de sus familias.
- La familia: se integraron padres, madres y cuidadores, creando “quitapesares”, unos muñecos que simbolizan la forma en que las preocupaciones se comparten y se liberan en el núcleo familiar.
- Preparación para la muestra: los participantes trabajaron en la organización y presentación de los productos del proceso.
- La muestra final: se compartieron los resultados, incluyendo un video realizado como parte del cierre.
“La finalidad de este ejercicio fue propiciar un hacer individual, permitiendo que los espectadores se tomaran un tiempo para sí mismos, para la escucha y para recibir aquello que les compartían. Al mismo tiempo, fue un hacer social, una apuesta política por posicionar narrativas que suelen ser minimizadas en contextos de exclusión y negación. Se buscó pasar de aquello que no se dice —o no se escucha— hacia resonancias que movilizarán acciones orientadas a la transformación”, afirmó Johan Romero, integrante del equipo de Civinautas.
Este proyecto destacó por su enfoque sensato y participativo, fortaleciendo los lazos entre las familias y promoviendo la reflexión sobre su identidad cultural y derechos.
