Instituto Distrital de Patrimonio Cultural

El San Juan de Dios llega a Las Cruces: una estrategia de construcción de memoria sobre el Hospital

El San Juan de Dios llega a Las Cruces: una estrategia de construcción de memoria sobre el Hospital

El San Juan de Dios llega a Las Cruces: una estrategia de construcción de memoria sobre el Hospital

El San Juan de Dios llega a Las Cruces: una estrategia de construcción de memoria sobre el Hospital

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En el corazón de Las Cruces, donde el saludo entre vecinos aún tiene peso y la plaza de mercado late con historia, un hospital sin paredes volvió a la vida. A través del Primer Laboratorio Barrial de Divulgación, el San Juan de Dios llegó al barrio Las Cruces, que con más de 60 asistentes 2 talleres y 1 recorrido conectó con la memoria activa, entrelazaron relatos e iniciaron el camino para responder a la pregunta: ¿cómo se recuerda un hospital que también es ciudad?

El San Juan de Dios salió de su sede física y llegó al corazón del barrio Las Cruces. En la plaza de mercado, entre puestos de frutas, carnes, legumbres y tintos, se instaló el Primer Laboratorio Barrial de Divulgación. Allí, más de 60 personas se acercaron durante toda la jornada para participar en 3 talleres, 1 recorrido patrimonial y en general, de las actividades donde las memorias del hospital y del barrio se entrelazaron. La jornada fue organizada por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) que en alianza con artistas y gestores locales, contó además con el apoyo de la Secretaría Distrital de Salud y de la administración de la Plaza de Mercado Las Cruces, declarada Monumento Nacional en 1983 por su valor histórico y arquitectónico. Más allá del ámbito institucional, lo que ocurrió ese sábado fue una conversación entre generaciones: entre la historia médica de una ciudad y los relatos íntimos de quienes la han caminado, curado, cuidado y vivido desde diferentes roles y maneras.

El laboratorio se instaló en la plaza de mercado, ante una comunidad profundamente vinculada al San Juan de Dios desde hace varias generaciones. En este territorio, el paso del tiempo se lee en los muros, en los gestos, en la forma en que los vecinos hablan de su territorio. Las fotografías expuestas y la conversación generada a través de la implementación del San Juan viajero, solo fueron un canal más que abrió la posibilidad de ver miles de recuerdos. Un dispositivo móvil y modular que articula una curaduría comunitaria con fotografías del archivo del hospital, diseñado para generar una experiencia sensorial y afectiva. Su estructura está pensada para facilitar la activación de memorias locales en cualquier lugar de la ciudad, permitiendo el desplazamiento del patrimonio más allá de los muros institucionales. En Las Cruces, su potencia se multiplicó gracias a la participación activa de jóvenes, mujeres líderes y personas mayores, quienes aportaron relatos, preguntas y propuestas. 

Este dispositivo no fue una vitrina, fue un pretexto para evocar a la memoria y recordar: “Mi hermana nació allá, en el 76, yo recuerdo ir a visitarla pero no me dejaban entrar porque era muy pequeña entonces me quedaba comiendo cerezos en ese bosque, es que usted iba y eso parecía un bosque por tantos árboles que tenía”, dijo Bertha, una mujer mayor, tocando una de las fotografías con nostalgia, como si pudiera abrirla, como si fuera una ventana y pudiera ver las mismas formas y colores que vio el día que nació su hermana. 

Encuentros desde la imagen y la sabiduría de las plantas

A unos pasos de la exposición fotográfica, mientras hombres y mujeres maceraban el romero -para elaborar su propio aceite- y conocían sus bondades curativas y antioxidantes, sus efectos antisépticos, antibacterianos, antiinflamatorios y cicatrizantes, su capacidad para estimular la circulación, fortalecer el cabello y aliviar dolores musculares; también tuvo lugar un momento de encuentro entre las memorias que conectaban a los participantes con sus memorias. Johana por ejemplo, manifestó su cercanía con las repetidas luchas que el país ha tenido que surtir en beneficio de la salud y resaltó el papel que su madre tuvo al trabajar en el hospital justo en los años del cierre, con la falta de medicación, las camillas solitarias y los enfermos que requerían cuidado y que contaban con los esfuerzos y la creatividad del cuerpo médico para atender sus dolencias con los últimos recursos que quedaban en el San Juan.

Mientras Johana participaba del taller de herbolaria liderado por Martha, vecina del barrio San Bernardo, donde la sabiduría ancestral circulaba como el aire entre las frutas, las carnes y los puestos del mercado; al otro lado de la plaza, inició el taller de Cianotipia, una técnica de revelado fotográfico alternativa que, con su característico tono azul profundo, dejó ver la arquitectura de edificios y pasillos del San Juan; mientras los químicos, la luz y el secado hacían su efecto, la conversación surgió en torno a las múltiples maneras de hacer parte de la protección patrimonial, de reconocerlo y apreciarlo. Al terminar el taller de impresión fotográfica, un grupo de jóvenes pidió llevar los papeles secos a su casa, orgullosos de haber creado una imagen propia de un hospital que hasta ahora sentían lejano, lo veían todos los días, camino al trabajo, desde la estación de transmilenio de San Bernardo pero no imaginaban la conexión tan cercana con el barrio y con sus propias vidas de una estructura que solo recuerdan haber visto cerrada. 

El laboratorio no fue solo un espacio de exhibición, sino una metodología de participación: se propiciaron conversaciones abiertas, estaciones para registrar memorias y espacios para proponer ideas, escribir notas al San Juan y dejar en los talleres historias y relatos que permiten recoger los pasos del Hospital y su impacto en la comunidad, su auge, su cierres y ahora su proceso constructivo, todos estos momentos, hacen parte de la construcción de la memoria colectiva en torno a la relación del barrio Las Cruces con el San Juan.

Recogiendo los pasos por el barrio

Otra de las actividades fue el recorrido por el barrio Los Cruces, el recorrido se realizó de manera colectiva entre Sebastián, historiador y habitante del barrio, y Tintín, gestor social de Las Cruces, quien tuvo la oportunidad de planear la actividad junto con el equipo de activación social del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), y acompañada por los mismos habitantes y asistentes al laboratorio, y es que caminando entre calles, tiendas y pasillos, fue el momento que consolidó la invitación a mirar el barrio con otros ojos;no solo como un lugar donde se vive, sino como un archivo vivo de vínculos con el hospital. 

Ahí se escuchó a don Álvaro contar cómo llevaba a su esposa caminando hasta la consulta, a Carmen decir que su madre vendía arepas a los trabajadores del hospital, y a Camilo, estudiante de sociología, proponer que el San Juan no sea solo restaurado, sino devuelto como un espacio público útil para los jóvenes de la zona como una manera de fortalecer conocimientos de tipo, médico, artístico y cultural, y pensar que desde allí se reconozca el patrimonio tanto del Hospital como las zonas que cada historia tiene por contar del barrio. 

Las historias tejidas durante este recorrido, hacen parte de los lazos realizados por la comunidad y el proyecto Patrimonios Barriales, cuyo producto fue Cruces de caminos e historias, desarrollado desde el 2021, y liderado también por el IDPC, y con la participación de los actores barriales. En ese entonces, 18 personas de la comunidad integraron la cuadrilla Manos a la obra y a la memoria, que durante cinco meses acompañaron el enlucimiento de fachadas con relatos, fotos y crónicas del pasado. Aquello fue un primer acto de reconocimiento. Lo del sábado fue su continuación: una comunidad que ya no solo recuerda, sino que actúa. En la actualidad, sumados a este esfuerzo, este ejercicio de trabajo en barrios se suma al interés por participar de la estrategia Barrios Vivos de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, donde se busca potenciar oportunidades que dinamicen el desarrollo social, económico y creativo en los barrios de la ciudad a través de soluciones creativas a las problemáticas cotidianas de los barrios. 

Al final del día, quedó flotando una certeza: el patrimonio no está en las vitrinas, ni únicamente en las páginas de los libros; está en las voces, en las mujeres que sanan con plantas, en los jóvenes que preguntan, en los adultos que no dejan morir sus recuerdos. Este primer laboratorio es parte de una estrategia de divulgación patrimonial que busca consolidar una red de memorias en movimiento. Porque el San Juan de Dios no es solo patrimonio de quienes lo habitan profesionalmente, sino de toda Bogotá. Y Las Cruces, con sus historias en las paredes, en las voces y en las manos, lo recordó con fuerza: el patrimonio es más potente cuando se activa colectivamente.

Este primer laboratorio fue solo el comienzo. Desde el IDPC seguiremos trabajando en barrios vecinos, escuchando sus memorias, reconociendo sus vínculos con el San Juan de Dios y activando nuevas estrategias de divulgación patrimonial. Porque la historia del hospital no se escribe en solitario, sino en conversación con la ciudad; y son sus voces, sus recorridos y sus recuerdos los que seguirán guiando esta construcción colectiva de memoria.

personas participaron en el Primer laboratorio Barrial
+ 11
talleres simultáneos:
herbolaria, cianotipia y memorias del hospital
recorrido patrimonial
por el barrio Las Cruces
dispositivo móvil:
el San Juan Viajero