Instituto Distrital de Patrimonio Cultural

Caminar, escuchar, cuidar: Bogotá como patrimonio vivo en BOG25

Caminar, escuchar, cuidar: Bogotá como patrimonio vivo en BOG25

Caminar, escuchar, cuidar: Bogotá como patrimonio vivo en BOG25

Caminar, escuchar, cuidar: Bogotá como patrimonio vivo en BOG25

septiembre 19, 2025

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Una mañana cualquiera, frente a la Plaza Cultural La Santamaría, la ciudad se revela en el color rojo de sus ladrillos. Miles de transeúntes la bordean sin detenerse, atrapados en rutinas que hacen invisible lo monumental. Sin embargo, allí, entre andamios y manos técnicas, se ejecuta una operación precisa: limpiar, desinfectar, consolidar. En apariencia, es solo una fachada. En el fondo, es una invitación a mirar la ciudad como un ensayo sobre la felicidad: ¿qué significa habitar un lugar que se preserva, que insiste en mantenerse pese a los deterioros del tiempo?

BOG25, la primera Bienal Internacional de Arte y Ciudad, nos propone recorrer Bogotá como si fuera un museo abierto. El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural se suma a esta experiencia con dos acciones que dialogan con los ejes curatoriales de la bienal: la estratificación de la urbe, los silencios de la memoria, la promesa de futuro.

La Santamaría: la fachada como piel de la ciudad

La Plaza Cultural La Santamaría parece, a primera vista, un edificio detenido en el tiempo. Sin embargo, su fachada respira y cambia, en ella se acumulan capas de historia, huellas de la intemperie, grafitis, signos de abandono y también de cuidado. Hoy, el Equipo de Intervención de Fachadas del IDPC trabaja sobre esa piel urbana con labores de limpieza que incluyen la desinfección de superficies, la eliminación de depósitos en seco y de grafitis, el retiro de deterioro biológico, la recuperación de carpinterías metálicas y la consolidación del ladrillo. Durante tres semanas, esa superficie vuelve a hacerse visible.

La Santamaría es más que un bien inmueble: es un hito en la estratigrafía urbana de Bogotá. Inaugurada el 8 de febrero de 1931 como la primera plaza de toros edificada en cemento armado, gracias al trabajo de los ingenieros Adonaí Martínez y Eduardo Lazcano, marcó un punto de inflexión en la modernización constructiva de la ciudad. Una década más tarde, el arquitecto español Santiago de la Mora diseñó la fachada neomudéjar que aún conserva, uniendo la tradición hispánica con la bogotana en una reinterpretación que situó a Bogotá en un diálogo arquitectónico más amplio.

El ladrillo, trabajado con maestría artesanal, es aquí más que un material constructivo: es expresión artística, referente técnico y memoria de Bogotá, una huella que atraviesa épocas y estilos. En sus formas y texturas se leen oficios y barrios, la continuidad de los antiguos chircales y la vocación de una ciudad que se levantó con arcilla y fuego. El ladrillo no solo construye, también cuenta: es una piel que guarda memorias y que revela las capas sociales de la ciudad.

En el marco de BOG25, la limpieza de esta fachada se convierte en un gesto simbólico. Recuperar su rostro es, además de un acto de conservación, una forma de interrogar las tensiones de la ciudad y de pensar cómo un espacio atravesado por la polémica taurina se resignifica como símbolo de identidad bogotana. La Santamaría, hito urbano y patrimonio inmaterial, nos recuerda que las fachadas de nuestros Bienes de Interés Cultural no son muros mudos, son superficies en disputa donde se escriben la memoria y la promesa de futuro de la ciudad.

El #IDPC se une a la Bienal Internacional de Arte y Ciudad #BOG25 proponiendo una mirada distinta a una Bogotá que se preserva y se recorre como un museo abierto.

🧱 Para la inauguración este sábado 20 de septiembre a las 6:00 p.m., se ha intervenido la fachada de la Plaza Cultural La Santamaría, esa piel de ladrillo que guarda capas de historia y memoria, está siendo recuperada por la Brigada de Intervención al Patrimonio – BIP.

Su limpieza y consolidación no son solo un acto técnico, son un gesto simbólico de cuidado hacia Bogotá.

En Bogotá no es solo un lugar para transitar, es una ciudad que se piensa y se transforma con cada paso.

Más información en bienalbogota.com y @bienaldeartebogota

Organiza: @alcaldiabogota y @culturaenbta

#ModoBienal #AquíSíPasa

Recorrido patrimonial: Auras Anónimas y los caminos de la memoria

En el marco de BOG25 se estrena un recorrido patrimonial distinto a los realizados antes en este lugar. Diseñado por el equipo de Narrativas Patrimoniales del IDPC, la experiencia propone caminar entre el antiguo Cementerio de Pobres y el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación – CMPR a partir de un eje transversal: la tierra.

Cada estación del recorrido ofrece una lectura de esa materia común: la tierra habitada, que recuerda la historia del antiguo Cementerio de Pobres y sus múltiples capas de sentido; la tierra construida, visible en los Columbarios como huellas materiales de vidas que no fueron consideradas dignas de memoria pública; la tierra simbólica, en el Monolito y el Jardín de la Memoria del CMPR, donde la muerte se honra creando vida; y la tierra natural, que invita a reconocer nogales, cipreses y otras especies que convierten a los cementerios en paisajes vivos donde también se siembra futuro.

Este recorrido se apoya en la investigación del IDPC La Bogotá de los muertos. Borraduras y permanencias en el Antiguo Cementerio de Pobres (Sello Editorial IDPC, colección Lugares y Tiempos), que mostró cómo el orden social de la ciudad también se inscribió en la muerte: mientras la Elipse y el Trapecio del Cementerio Central exaltaban a los muertos “ilustres” en mausoleos imponentes, el costado occidental acogió cuerpos sin nombre ni prestigio, relegados a la desmemoria. Caminar el lugar, entonces, es también reconocer esas jerarquías persistentes y preguntarse cómo afectan nuestras formas de memoria.

Pieza gráfica de invitación al Recorrido patrimonial: Auras Anónimas y los caminos de la memoria

El recorrido culmina frente a los Columbarios con una videoproyección que reactiva las expresiones artísticas del espacio y, en particular, la obra Auras Anónimas de la artista Beatriz González. Reconocida como una de las intervenciones de arte público más importantes de Latinoamérica, esta obra estará próximamente en un proceso de restauración integral junto con los Columbarios, bajo el liderazgo de la Alcaldía Mayor de Bogotá, la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, el IDPC y la Secretaría de Planeación.

Así, la experiencia no se limita a narrar el pasado: vincula las capas sociales, materiales y simbólicas del lugar con un presente de restauración y resignificación. En el contexto de la Bienal, caminar estos espacios es ensayar otra forma de felicidad urbana: aquella que surge del reconocimiento crítico de nuestras heridas y de la posibilidad de sembrar, incluso entre la muerte y el silencio, la vida compartida.

Al final, lo que BOG25 pone frente a nosotros no son solo obras ni intervenciones puntuales, sino la posibilidad de reaprender a mirar y escuchar la ciudad. La Santamaría, con su fachada recuperada, nos recuerda que las capas materiales también son capas sociales, que la estratificación no es solo urbana sino vital. Los Columbarios, con el nuevo recorrido, revelan que el silencio y la tierra guardan memorias incómodas, borraduras y persistencias que atraviesan tanto a los muertos como a los vivos.

Caminar la ciudad como un museo abierto es descubrir que la felicidad no se encuentra en escapar de sus tensiones, sino en habitarlas críticamente, en reconocer la desigualdad que persiste, en darle valor a lo que ha sido invisibilizado, en preservar lo que nos constituye como memoria común.

El IDPC se suma a la Bienal proponiendo que el patrimonio es parte de ese ensayo colectivo sobre la felicidad: un patrimonio que se limpia y se conserva, que se activa con la escucha, que se recorre como territorio vivo. Bogotá, en esta primera Bienal de Arte y Ciudad, aparece así como una obra inacabada, una urbe que se cuida, se piensa y se transforma con cada paso de quienes la habitan.