Misceláneas y variedades están por toda la ciudad; tiendas de regalos o especializadas en porcelanas y escritura se mantienen. Tiendas de barrio donde se consigue prácticamente de todo, y los pasajes comerciales que, por su variedad de locales, se pueden considerar los antepasados de los actuales centros comerciales.

Las tiendas de barrio son unidades básicas de comercio a escala barrial que han permanecido a lo largo del tiempo con pocas transformaciones, dinamizando tanto la economía local como el tejido social: son una fuente de trabajo e ingresos para los propietarios y sus familias, al tiempo que constituyen puntos de encuentro vecinal y son parte de la cotidianidad barrial.

Los pasajes comerciales son lugares reconocidos por ser hitos de la arquitectura bogotana que congregaron desde finales del siglo XIX las actividades comerciales que no estaban presentes en las plazas de mercado. En la primera mitad del siglo XX, se consolidaron como ejes de consumo, encuentro y paseo para la población, favoreciendo la formación de la ciudad moderna. Actualmente concentran actividades comerciales que atraen principalmente la afluencia de sectores populares y turísticos. Muchos de estos pasajes son reconocidos como Bienes de Interés Cultural del ámbito distrital.

En esta categoría es necesario reconocer como lugar excepcional los mercados de pulgas. En el caso de San Alejo, es reconocido como uno de los mercados con mayor concentración de antigüedades del país. Ha reunido por más de 30 años a restauradores, ebanistas, coleccionistas, artesanos de fundición, comerciantes de antigüedades e historiadores empíricos de la ciudad quienes han pasado sus conocimientos a sus casi tres generaciones de expositores. Los expositores comparten con los visitantes la riqueza cultural de cada pieza que se vende, así como también su procedencia, haciendo del intercambio de cada artículo una experiencia de re invención de los objetos e historias más allá del simple traspaso comercial.