En Bogotá, el patrimonio no se cuida solo. Detrás de cada fachada recuperada, de cada monumento limpio y restaurado, hay personas que, día tras día, salen al espacio público con herramientas, conocimiento técnico y una convicción profunda: proteger la memoria material de la ciudad es también cuidar a quienes la habitan. Así trabaja la Alcaldía Mayor de Bogotá y el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural – IDPC, a través de la Brigada de Intervención al Patrimonio y la Brigada de Atención a Monumentos, equipos que, sin importar el sol inclemente, la lluvia o la complejidad de cada reto, se dedican a preservar aquello que nos conecta con nuestra historia.
Durante 2025, el programa de Intervención de Fachadas y Espacio Público ha logrado la recuperación de 230 inmuebles categorizados como Bienes de Interés Cultural o ubicados en sectores de interés urbanístico del Distrito, beneficiando directamente a más de 4.000 habitantes. Cada intervención es el resultado de un trabajo minucioso, especializado y profundamente humano, que combina saberes técnicos con un compromiso cotidiano por la ciudad.
Entre los hitos más representativos de esta vigencia se destacan la intervención del Palacio de San Francisco, la Plaza Cultural La Santamaría, las alianzas interinstitucionales para la recuperación del territorio de La Candelaria y la carrera Séptima, el mantenimiento permanente de hitos como el Cementerio Central y la recuperación del entorno de la Plaza de Mercado de Las Cruces, en el marco de la conmemoración de su centenario. Cada uno de estos espacios volvió a respirar gracias al esfuerzo constante de las brigadas, que trabajan con precisión técnica y respeto por la historia que resguardan.
Este trabajo no se queda solo en la intervención física. A lo largo de 2025, el equipo de Fachadas ha impulsado espacios de activación social para acercar a la ciudadanía al reconocimiento y cuidado del patrimonio material. Se realizaron ocho jornadas de voluntariado, en las que 564 personas se sumaron a la recuperación de 77 fachadas en una sola jornada colectiva de trabajo, demostrando que el patrimonio también se protege en comunidad. A esto se suman cuatro recorridos patrimoniales que permitieron reconocer los inmuebles intervenidos, su valor histórico y la importancia de su materialidad en la construcción de la ciudad.
“Cada fachada que recuperamos y cada monumento que atendemos es el resultado del trabajo comprometido de mujeres y hombres que entienden que el patrimonio no es un objeto del pasado, sino una responsabilidad viva con el presente y el futuro de Bogotá. Por instrucción del Alcalde Mayor de Bogotá, Carlos Fernando Galán, nuestras brigadas trabajan en condiciones complejas, con rigor técnico y una enorme vocación de servicio, para que la ciudad conserve su memoria y la ciudadanía pueda reconocerse en ella”, afirmó Diego Parra Cortés, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural.
Cuidado permanente del patrimonio mueble en el espacio público
La labor de la Brigada de Atención a Monumentos también ha sido fundamental. Durante 2025 se realizaron 101 intervenciones sobre el patrimonio mueble en el espacio público de Bogotá, incluyendo piezas emblemáticas como Policarpa Salavarrieta, Nicolás Copérnico, el General O’Leary, el Mapa de Bogotá, Longo, Eclipse e Intihuatana. A estas se sumaron 12 remantenimientos, acciones oportunas para atender afectaciones menores posteriores a las intervenciones integrales. Todo este trabajo representó una inversión que incluyó materiales, herramientas, transporte y mano de obra especializada en restauración.
Un caso emblemático es el de Intihuatana -Lugar donde se amarra el Sol-, escultura del artista peruano Fernando de Szyszlo, realizada en 1994 y ubicada en la Calle 26 con Carrera 81B. Inspirada en los centros ceremoniales incaicos que señalan los puntos cardinales, esta obra recibió una intervención cuidadosa que incluyó limpieza general, eliminación de carteles, grafitis y suciedad acumulada, así como la pintura de 90 metros cuadrados de superficie con colores fieles a su diseño original, devolviéndole su fuerza simbólica y estética.
Programa Adopta un Monumento: compromiso ciudadano con el patrimonio en 2025
Durante 2025, el programa Adopta un Monumento reafirmó su papel como una estrategia clave para el cuidado del patrimonio mueble de Bogotá, fortaleciendo la apropiación social y la corresponsabilidad ciudadana. A lo largo del año se realizaron 12 activaciones sociales que impactaron a 395 personas en ocho localidades de la ciudad —Santa Fe, Teusaquillo, Engativá, Los Mártires, Chapinero, Suba, Ciudad Bolívar y La Candelaria—, permitiendo la activación de 21 bienes muebles ubicados en el espacio público, a través de encuentros pedagógicos, recorridos y acciones participativas que acercaron a la ciudadanía a la historia y el valor simbólico de estos monumentos.
En paralelo, la gestión de adopciones avanzó con la formalización de siete adopciones, que permitieron intervenir 18 bienes muebles mediante diversas líneas de acción como mantenimiento, defensa, divulgación, pedagogía, investigación, conservación preventiva y restauración. Estas adopciones no sólo garantizaron acciones técnicas especializadas, sino que también consolidaron alianzas con organizaciones, instituciones y colectivos comprometidos con la protección del patrimonio, demostrando que el cuidado de los monumentos es una tarea compartida.
El programa también se destacó por una sólida articulación interinstitucional, materializada en hitos de alto impacto. Entre ellos, las acciones en el Jardín No es Hora de Callar, en cumplimiento de la sentencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos – CIDH a favor de Jineth Bedoya Lima; el mantenimiento integral de la urna funeraria de Gabriel Turbay; la revitalización del Mapa de Bogotá del Parque Nacional junto a la Universidad Externado de Colombia; y la participación en iniciativas iberoamericanas como Un patrimonio común – UCCI. A esto se suman procesos de participación ciudadana para la protección del Monumento de Banderas, la entrega académica de la fotogrametría del Templete al Libertador, y el acto oficial de entrega del Bolívar Ecuestre al IDPC, que marcó el cierre de una adopción ejemplar y el relevo de sus responsables, consolidando el impacto del programa en la conservación del patrimonio de la ciudad.
Aquí sí pasa, en Bogotá, mi ciudad, mi casa; que entre brochas, andamios, estudios técnicos y jornadas bajo el cielo cambiante de la capital de Colombia, las brigadas del IDPC continúan cuidando lo que nos pertenece a todos. Su trabajo, muchas veces silencioso, es el que permite que la historia siga presente en las calles, plazas y monumentos de la ciudad, recordándonos que el patrimonio se preserva con conocimiento, dedicación y, sobre todo, con un profundo amor por Bogotá.


















