El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural IDPC adelanta una serie de acciones en los terrenos del sector conocido como Columbarios, hoy Parque de la Reconciliación, para propiciar el resurgir de este antiguo lugar funerario nombrado históricamente como el Cementerio de Pobres. Recientemente se inició el trabajo de prospección no invasiva por georradar realizada tanto en los caminos que dividen los Columbarios como en sus áreas verdes, las cuales revelan importantes periodos de uso para la inhumación en suelo.
Este proceso de exploración se realiza para identificar las zonas con mayor densidad de restos óseos o materiales constructivos, y con ello evitar su posible afectación durante las intervenciones paisajísticas, arquitectónicas y museográficas que se tienen contempladas a futuro.
Gracias al convenio firmado entre el IDPC y el ICANH en el año 2020, se aunaron esfuerzos encaminados a la protección del patrimonio arqueológico nacional presente en el Distrito Capital, siendo el radar de penetración terrestre, aplicado a la exploración arqueológica, una de las metodologías más interesantes a implementar en contextos como el Cementerio Central y su área de influencia.
Además de las labores arqueológicas, el IDPC viene adelantando otros procesos de investigación, reflexión y creación desde aproximaciones históricas, curatoriales y comunitarias, entre otras, que posibiliten la apertura de nuevas interpretaciones, usos y dinámicas en el Antiguo Cementerio de Pobres y sus Columbarios. Entre ellas, se contempla un área para albergar la obra ¨Bosque de los Ausentes¨ de la maestra Doris Salcedo. Con esta apuesta se busca integrar las dimensiones patrimoniales y de memoria de la ciudad.
El resurgir del Cementerio de Pobres y sus Columbarios
Hacia finales del siglo XVIII, una de las consideraciones predominantes en la organización territorial de Bogotá -que se iría imponiendo paulatinamente- fue la de dividir espacialmente a los vivos y los muertos. Los primeros habitaban cerca de los cerros orientales, los segundos fueron ubicados al occidente de la ciudad, en el camino que conducía a Engativá. Aquí, lejos de la planificación y el movimiento citadino, se instaló el conjunto funerario del Santafé que incluía el cementerio de las élites y los personajes históricos, el Cementerio de Pobres, el cementerio de impenitentes y los cementerios para extranjeros.
Prontamente, el sector conocido como el Cementerio Católico -o Central- de Bogotá adquirió un carácter monumental. Por su parte, en el terreno occidental aledaño al cementerio se dispuso un sector público que en los archivos se registra como Cementerio de Pobres, conocido hoy como Globo B -Parque de la Reconciliación-. La estética imperante fue la de inhumaciones en tierra, cruces en madera y arreglos florales para señalar los entierros y fosas en suelo, de manera similar a como aún se acostumbra en los camposantos de pueblos y veredas.
Con los años, este lugar se convirtió en el cementerio distrital más antiguo, dinámico e importante de la ciudad, gracias a la fuerte presencia e impronta popular y devocional de amplios sectores sociales que visitaban a sus muertos y generaban un espacio de afecto y ritualidad.
En el año 2000 este cementerio fue clausurado. La prensa publicó notas y artículos sobre la escasez de bóvedas y el malestar generalizado por su cerramiento definitivo. Se generó un destierro de los muertos y sus dolientes y con ello llegó la ruina y olvido de este antiguo lugar funerario en el que aún hoy sobresalen cuatro de los seis columbarios que acogieron los restos mortales y las memorias de los habitantes de Bogotá.
Actualmente, el IDPC continúa adelantando diversos procesos en procura del despertar del Cementerio de Pobres y sus Columbarios, lugares hablantes que insisten en resurgir, mediante el latir de nuevas revelaciones cubiertas bajo capas de deterioro, silencio y omisión. El latido que retumba es un llamado a historizar y experimentar vivencialmente el lugar.
Este espacio, en tanto patrimonio físico y simbólico con carácter testimonial, nos permite acercarnos y escuchar los relatos de esos conciudadanos de diferentes épocas, población mayoritaria de estratos medios y vulnerables, quienes con sus nombres, cuerpos, memorias, huellas de desalojos sufridos y dolientes emergen para ampliar los relatos históricos de la capital.