El Mes del Patrimonio 2025: Raíces que nos conectan llegó a su fin dejando huellas profundas en la memoria de miles de ciudadanos y visitantes que participaron en más de treinta actividades culturales, académicas y comunitarias. Cada escenario se convirtió en un espacio para compartir, aprender, reconocerse y celebrar juntos la diversidad patrimonial de Bogotá.
“Este Mes del Patrimonio ha demostrado la enorme fuerza de nuestra ciudad cuando se encuentra alrededor de sus memorias. Desde los más pequeños hasta los abuelos, todas las generaciones participaron en talleres, recorridos, conversatorios y celebraciones. Ese diálogo intergeneracional es la esencia del patrimonio: un legado vivo que se aprende, se comparte y se transmite”, afirmó Diego Parra, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural – IDPC, al resaltar la acogida de la programación y la masiva respuesta ciudadana.
El cierre tuvo como protagonista la Dibujatón 2025 en la Plaza Distrital de Mercado Las Cruces, un lugar cargado de historia que este año celebra su centenario. Allí, entre canastos de frutas, el aroma de hierbas frescas y la voz cálida de los vivanderos, 35 participantes redescubrieron la plaza a través del dibujo. Los trazos, hechos por niñas, niños, jóvenes, adultos y mayores, fueron más que imágenes: fueron actos de memoria que honraron la vida cotidiana, los oficios transmitidos de generación en generación y la identidad de un barrio que ha resistido al paso del tiempo. Dibujar Las Cruces fue, en esencia, dibujar la memoria de la ciudad.
“El evento fue increíble porque permitió reconocer que el patrimonio no se sostiene solo en los edificios o espacios, sino en la gente que los habita, en sus tradiciones y en sus historias. La Plaza de Mercado Las Cruces se transformó en un lugar lleno de color y memorias vivas, donde los adultos mayores compartieron con generosidad su legado con las nuevas generaciones”, afirmó Karen Xiomara Castañeda, participante de la Dibujatón 2025
Las infancias también tuvieron su espacio para dejar volar la imaginación. En el Parque El Renacimiento y los Columbarios, decenas de niñas, niños y adolescentes participaron en la actividad Memorias secretas de la ciudad, explorando a través del arte, el juego y la creatividad, preguntas profundas sobre la vida, la muerte y las huellas que habitan los lugares patrimoniales. Guiados por el proceso del Colaboratorio y el programa Civinautas, los más jóvenes no solo fueron espectadores, sino protagonistas: diseñaron, guiaron y compartieron experiencias que hicieron de este encuentro un momento entrañable para pensar la ciudad desde nuevas miradas.
Sobre esta actividad, José Alfredo Díaz Valbuena, docente del Colegio Miguel de Cervantes Saavedra, afirmó:
“El patrimonio más importante somos nosotros mismos. A partir del cuidado de lo que somos y de lo que representamos, surge el verdadero sentido de pertenencia hacia nuestros territorios. Cuando los estudiantes reconocen el valor de su familia, de su barrio y de su localidad, entienden que la historia no es lejana ni ajena, sino parte de su vida cotidiana”.
Además, uno de los hitos más celebrados fue la inauguración de la exposición Rodar Juntas en el Museo de Bogotá, una muestra que reconoce a la bicicleta como patrimonio vivo en movimiento. Allí, mujeres ciclistas compartieron sus historias de lucha, libertad y autonomía, recordando que la bicicleta en Bogotá no es solo un medio de transporte, sino también una herramienta de emancipación y de construcción de derechos en el espacio público. El lanzamiento reunió a colectivos ciclistas, consejeros locales, visitantes y aliados institucionales en un encuentro que fue tan pedagógico como inspirador.
Luisa Fernanda Reyes, jugadora de bicipolo y bicimensajera, compartió su experiencia:
“Soy una mujer bogotana, emancipada por la bicicleta, por el trabajo y por la comunidad que se construye alrededor de la bici. Participé en varios talleres previos a la exposición, espacios que aportaron a su construcción y donde cada una compartió sus puntos de vista. Hoy, que ya está abierta al público, considero que es una exposición digna, enriquecedora y, lo más importante, que recoge las vivencias de mujeres que aman y viven por la bicicleta”.
La programación del Mes del Patrimonio también invitó a revivir las huellas del séptimo arte en la capital con el recorrido Bogotá Fílmica: Teatros de cine y rostros de ciudad. Familias completas caminaron por el centro histórico para recorrer antiguos teatros y descubrir cómo, desde la llegada del cinematógrafo en 1897, el cine transformó la manera de imaginar Bogotá. Entre fachadas centenarias y memorias proyectadas, los asistentes sintieron la emoción de conectar con la historia de quienes dieron vida a una tradición fílmica que marcó a generaciones.
“Los recorridos patrimoniales del IDPC son experiencias espectaculares que nos permiten aprender, compartir y enamorarnos más de nuestra ciudad. En cada visita descubrimos no solo la historia detrás de los teatros y bienes culturales, sino también la calidez y el conocimiento de los guías que hacen de cada jornada un espacio de integración, aprendizaje y amor por Bogotá”, destacó Inés Elvira Rendón, participante de esta actividad del Mes del Patrimonio.
La bicicleta volvió a ser protagonista con Cartografías Ciclistas, un taller participativo que invitó a mujeres de distintas generaciones a dibujar rutas y recuerdos personales en un gran mapa compartido. Cada trazo fue un relato íntimo que, al sumarse a los demás, reveló cómo el ciclismo se ha convertido en una herramienta de autonomía, cuidado y transformación social.
En total, más de 30 actividades —entre talleres, recorridos patrimoniales, exposiciones, cátedras, caminatas y conversatorios— ofrecieron a la ciudadanía oportunidades para reflexionar y emocionarse. La respuesta fue contundente: miles de personas de todas las edades participaron activamente, confirmando que el patrimonio de Bogotá está vivo porque se activa colectivamente y porque las nuevas generaciones lo reconocen como parte de su presente y su futuro.
Para el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural – IDPC, con el apoyo de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, esta amplia acogida es reflejo de una ciudad que entiende que el patrimonio no es una herencia inmóvil, sino un tejido de memorias, afectos y prácticas cotidianas. Está en los monumentos y plazas históricas, pero también en los mercados, en los oficios de barrio, en los juegos en la calle, en las rutas ciclistas y en los relatos que se comparten en familia.
El Mes del Patrimonio 2025 demostró que septiembre es más que un mes de celebraciones: es un tiempo de reencuentro con las raíces, de fortalecimiento de identidades y de proyección hacia el futuro. Al abrir espacios de participación para niñas, niños, jóvenes, adultos y mayores, Bogotá reafirmó que la diversidad cultural es su mayor riqueza y su fortaleza compartida.
Así, con plazas llenas de vida, museos repletos de historias, calles recorridas por la memoria y voces diversas que se entrelazan en un mismo relato, la ciudad cerró una edición inolvidable del Mes del Patrimonio. Una celebración que recordó que el patrimonio no es solo lo que se hereda, sino lo que se vive, se cuida y se sigue construyendo colectivamente cada día.