Instituto Distrital de Patrimonio Cultural

Memoria de
avances del pes

Cultura bogotana de los usos
y disfrutes de la bicicleta

noviembre 21, 2024

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Lo que va corrido del 2024 se llevaron a cabo mesas de articulación interinstitucionales, las cuales permitieron construir conjuntamente el plan de acción como ruta de navegación del Plan Especial de Salvaguardia – PES de la cultura bogotana de los usos y disfrutes de la bicicleta para los próximos dieciséis años, brindando el acompañamiento técnico requerido en los campos de planeación estratégica e implementación del PES.  

Se adelantó igualmente la priorización de resultados, productos y actividades para el primer año de implementación del PES, ajustando el plan de acción bajo un criterio realista y de ajuste del primer año. 

Así mismo el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural aseguró los recursos necesarios para fortalecer y avanzar con las líneas de comunicaciones y de circulación del Plan Especial de Salvaguardia. 

Durante el mes de septiembre, en el marco de la Semana de la Bicicleta, se abrieron espacios para la socialización del PES de la cultura bogotana de los usos y disfrutes de la bicicleta, recibiendo una muy buena aceptación en cada una de las actividades propuestas como bicirrecorridos o espacios de diálogo como un conversatorio alrededor de los oficios de restauración y coleccionismo de bicicletas clásicas y antiguas.

1. Memoria del Territorio

La cultura de la bicicleta en Bogotá atraviesa múltiples territorios, desde las grandes avenidas, las entradas y salidas de la ciudad, las ciclorrutas, los velódromos y hasta los parques y barrios. Sin embargo, algunos lugares han sido icónicos para el desarrollo de esta manifestación cultural.

Grupo de ciclistas en ciclovia

Ciclovía de Bogotá

La Ciclovía de Bogotá es mucho más que un recorrido dominical; es una manifestación cultural que ha perdurado por más de cuatro décadas, transformándose en un símbolo de la vida urbana y en una expresión colectiva de movilidad, disfrute y apropiación del espacio público. Desde su creación en 1974, la Ciclovía ha sido un territorio en movimiento, un escenario en el que se entrelazan el deporte, la recreación, la sostenibilidad y el derecho a la ciudad.

Este espacio se despliega cada semana, abarcando kilómetros de calles y avenidas que conectan a toda la ciudad, desde el norte hasta el sur, y desde el oriente hasta el occidente. La Ciclovía no solo permite a miles de personas apropiarse de Bogotá de manera activa, sino que también crea una plataforma para la interacción social, el intercambio cultural, el disfrute ciudadano y el fortalecimiento del tejido comunitario.

Un recorrido por la historia

La Gran Manifestación del Pedal, organizada por el colectivo ciudadano procicla el 15 de diciembre de 1974, sentó las bases de lo que años después se convertiría en la Ciclovía dominical de Bogotá. Este evento, impulsado por la necesidad de recuperar el espacio público para los ciudadanos y ofrecer una alternativa a la congestión vehicular, marcó un hito en el uso de la bicicleta en la ciudad. El  evento cerró por espacio de 3 horas el circuito comprendido entre la carrera séptima y la carrera trece, entre calles 34 y 72 para el tránsito exclusivo de peatones y ciclistas. Esta manifestación que se repitió con éxito el 12 de octubre de 1975, visibilizó el uso de la bicicleta como una solución a los evidentes problemas de transporte en la ciudad y abrió las puertas para que la administración distrital realizará un estudio para examinar la viabilidad de la implementación de ciclovías en la ciudad. Así en 1976, bajo el mandato del entonces alcalde Luis Prieto Ocampo se promulgaron los decretos 566 y 567 que reglamentaron y tipificaron las ciclovías de Bogotá creando así los primeros cuatro circuitos.

Dos personas montando bicicleta en la ciclovía de Bogotá.

Sin embargo, no fue hasta 1982 que la Ciclovía comenzó a organizarse semanalmente, abarcando inicialmente algunos kilómetros en el centro de la ciudad. Su éxito fue tal que rápidamente se expandió, hasta consolidarse como una de las más grandes y longevas del mundo. Lo que comenzó como una iniciativa pionera para contribuir a los problemas de congestión se ha convertido en un símbolo de la sostenibilidad y la integración social. A lo largo de los años, la Ciclovía ha pasado de ser una simple medida de recreación urbana a ser un patrimonio vivo que refleja el compromiso de Bogotá con la movilidad activa y el bienestar ciudadano.

Gran Manifestación del Pedal el 15 de diciembre de 1974 en Bogotá.

Gran Manifestación del Pedal el 15 de diciembre de 1974 en Bogotá. Archivo particular. Fernando Caro Restrepo ​

La Ciclovía como espacio de transformación cultural

La Ciclovía no es solo un espacio físico; es un escenario en el que se desarrollan múltiples actividades que enriquecen la experiencia urbana. Desde clases de aeróbicos y yoga, hasta actividades artísticas, conciertos y ferias comunitarias, la Ciclovía se ha convertido en un espacio donde convergen diversas expresiones culturales. 

Este territorio simbólico ha sido testigo de manifestaciones deportivas, sociales y artísticas, que conectan a personas de todas las edades, géneros y procedencias.

Además, es en la Ciclovía donde la bicicleta ha encontrado su lugar preponderante. Cada domingo, las avenidas de Bogotá se llenan de ciclistas, tanto aficionados como profesionales, que recorren las calles de la ciudad en un ambiente de convivencia y respeto. La Ciclovía ha sido, sin duda, un catalizador para el crecimiento de la cultura ciclista en Bogotá, al ofrecer un espacio seguro y accesible para el uso de la bicicleta.

Un espacio que conecta territorios

El trayecto de la Ciclovía atraviesa una diversidad de paisajes urbanos, conectando barrios tradicionales y modernos, zonas comerciales, parques y espacios históricos. Entre sus tramos más representativos se encuentran el corredor de la Carrera Séptima, el cual atraviesa puntos icónicos como el Parque Nacional, la Calle 26,  y la Avenida Boyacá, que conecta el occidente de la ciudad con el Parque Simón Bolívar, uno de los epicentros recreativos de Bogotá.

Mapa de la ciclovia de bogotá

Este recorrido es mucho más que un paseo por las calles de la ciudad; es un viaje por la historia, la geografía y la cultura bogotana. Cada tramo de la Ciclovía tiene su propio carácter, su propia identidad, y refleja la diversidad de una ciudad que se mueve en múltiples direcciones, pero que encuentra en la bicicleta un punto común de encuentro.

Mujer en bicicleta por la calle

La Ciclovía como patrimonio vivo

La Ciclovía de Bogotá ha sido reconocida como una manifestación cultural y un patrimonio inmaterial de la ciudad debido a su capacidad para perdurar y evolucionar a lo largo del tiempo. Este espacio se ha adaptado a las necesidades y desafíos de cada época, desde su creación hasta la actualidad, y ha demostrado ser un modelo replicable en otras ciudades del mundo.

En la Ciclovía se materializan los principios de continuidad, diferenciación, memoria y cohesión que guían esta bitácora. Es un espacio que trasciende lo físico para convertirse en un territorio simbólico, un lugar donde la ciudad se redescubre y donde se refuerza la idea de que el espacio público pertenece a todos. A través de los años, la Ciclovía ha sido testigo de los cambios urbanos, pero también ha sido un espacio constante que une generaciones, formando parte de la memoria colectiva de los bogotanos.

2. Objetos y símbolos asociados con la manifestación

Los objetos que acompañan la cultura de la bicicleta no solo son funcionales, sino que han adquirido un valor simbólico en esta manifestación.

La Bicicleta: Símbolo y motor de la manifestación cultural

En el corazón de la manifestación de la Cultura Bogotana de los Usos y Disfrutes de la Bicicleta, se encuentra un elemento que trasciende su naturaleza física: la bicicleta. Este objeto sencillo, formado por dos ruedas, un marco y pedales, ha evolucionado para convertirse en un emblema de transformación social, ambiental y cultural en Bogotá. Más allá de su función como medio de transporte, la bicicleta es hoy un símbolo de resistencia, libertad y conexión comunitaria, reflejando una nueva forma de habitar y entender la ciudad.

Fotos antiguas de mujeres en bicicleta

Desde sus primeras apariciones en las calles de Bogotá, la bicicleta ha representado una forma alternativa de moverse por la ciudad, en medio de un contexto dominado por el automóvil y el transporte motorizado. En este sentido, la bicicleta se convirtió en una herramienta de resistencia ante la congestión, la contaminación y la exclusión del espacio público. Los ciclistas bogotanos, al apropiarse de este objeto, han redefinido la movilidad urbana, reclamando su derecho a circular de manera segura y a participar en la construcción de una ciudad más habitable.

La bicicleta, entonces, no solo es un medio de transporte, sino un acto de resistencia en sí misma. Es la respuesta de miles de ciudadanos que, con cada pedalazo, desafían la lógica predominante del uso del automóvil y las dificultades que la ciudad presenta para la movilidad alternativa. Este objeto se convierte en un símbolo de libertad, al ofrecer una forma económica, ecológica y eficiente de recorrer Bogotá.

Foto antigua de mujeres sonriendo sentados sobre la bicicleta

Un objeto cargado de significado social y cultural

La bicicleta ha cruzado las fronteras del objeto funcional para convertirse en un ícono de la cultura ciclista de Bogotá. Es un medio que une a personas de diferentes clases sociales, edades y géneros, promoviendo la inclusión y la equidad en el acceso al espacio público.

Desde los más jóvenes que aprenden a pedalear en los parques de la ciudad, hasta los adultos mayores que encuentran en la bicicleta un vehículo de conexión con su entorno, este objeto representa una cultura compartida, accesible y transversal.

Además, la bicicleta se ha transformado en un vehículo de expresión personal y comunitaria.

Los bogotanos no solo usan la bicicleta, sino que la personalizan y la embellecen, convirtiéndola en un reflejo de sus propias identidades. Los colores, los accesorios, las adaptaciones y las intervenciones artísticas que se ven en las bicicletas por toda la ciudad son una muestra de la diversidad y riqueza cultural que esta manifestación ha generado.

En colectivos ciclistas, la bicicleta es también una herramienta para educar y movilizar a la sociedad en torno a la sostenibilidad, el respeto por el medio ambiente y el uso consciente del espacio público. Movimientos como el ciclismo urbano, los ciclopaseos y los talleres de reparación comunitaria han surgido en Bogotá como expresiones directas de una cultura enraizada en este objeto.

La bicicleta como puente entre pasado, presente y futuro

Uno de los aspectos más destacados de la bicicleta como elemento representativo de esta manifestación cultural es su capacidad para conectar distintas temporalidades. La historia de la bicicleta en Bogotá se remonta a principios del siglo XX, cuando los primeros ciclistas comenzaron a recorrer las calles.

Con el tiempo, la bicicleta ha sido testigo de los cambios en la configuración urbana de la ciudad, desde el auge del automóvil hasta la construcción de ciclorrutas y la consolidación de la Ciclovía como un espacio seguro para pedalear.

Este objeto, que ha acompañado a generaciones de bogotanos, es también una semilla para el futuro.

Grupo de personas monta bicicleta en la ciclovia

En un momento en que la crisis climática y los retos de la movilidad urbana son una realidad ineludible, la bicicleta emerge como una respuesta tangible y viable. 

Su capacidad para moverse sin contaminar, su simplicidad técnica y su eficiencia energética hacen de la bicicleta una herramienta fundamental para enfrentar los desafíos futuros de las ciudades.

La bicicleta no solo conecta a las personas con la ciudad, sino que crea lazos entre comunidades. A lo largo de los años, han surgido múltiples colectivos ciclistas que promueven el uso de la bicicleta como un medio de transporte inclusivo y accesible. Estos colectivos no solo organizan eventos y recorridos, sino que fomentan el uso responsable y seguro de la bicicleta, creando una red de apoyo entre ciclistas y promoviendo la solidaridad en las vías. En barrios, veredas y localidades, la bicicleta ha sido el medio de transporte que une a personas de diferentes realidades, permitiendo que la movilidad no sea un privilegio de unos pocos, sino un derecho de todos. De este modo, la bicicleta se convierte en un vehículo de cohesión social, contribuyendo a la creación de una ciudad más justa y equitativa.

3. Memoria Viva

La comunidad ciclista de Bogotá está conformada por una diversidad de actores que, a lo largo de los años, han sido fundamentales en la consolidación de esta manifestación.

Mecanico sonriendo trabajando en una bicicleta

Artesanos y Mecánicos de Bicicletas:

Este oficio ha perdurado en el tiempo, adaptándose a las nuevas demandas. Los mecánicos no solo reparan bicicletas, sino que son guardianes de una tradición que ha pasado de generación en generación.

La bicicleta, como símbolo de la cultura ciclista en Bogotá, no existiría en su estado actual sin la labor minuciosa y dedicada de los artesanos y mecánicos de bicicletas. Estos oficios son fundamentales en la cadena de valor que sostiene el uso y disfrute de la bicicleta en la ciudad, y su trabajo va más allá de la simple reparación o fabricación de piezas; ellos son los custodios de un saber tradicional que se ha transmitido de generación en generación, enriqueciendo la historia y memoria de la bicicleta en Bogotá.

En el corazón de los talleres mecánicos, ubicados en diferentes puntos de la ciudad, los mecánicos de bicicletas desempeñan un rol crucial en la vida ciclista bogotana. Cada día, cientos de personas dependen de su conocimiento y destreza para mantener sus bicicletas en óptimo estado. Estos talleres, que a menudo son negocios familiares, se han convertido en puntos de encuentro para la comunidad ciclista, espacios donde se intercambian saberes y se forjan lazos.

El oficio de mecánico de bicicletas es un arte en sí mismo, donde la precisión, el conocimiento de las piezas y la experiencia son esenciales para garantizar que cada bicicleta esté lista para el uso diario, desde los recorridos en la Ciclovía hasta los trayectos laborales. La figura del mecánico no solo resuelve problemas técnicos, sino que también conecta a los ciclistas con la historia y el funcionamiento del propio vehículo, generando un vínculo más profundo entre la persona y su bicicleta.

Este oficio ha evolucionado con el tiempo, adaptándose a las nuevas tecnologías y a la aparición de diferentes tipos de bicicletas, como las eléctricas, las de montaña y las de ruta.

Sin embargo, los mecánicos de bicicletas han sabido mantener un equilibrio entre las técnicas tradicionales y las innovaciones modernas, lo que les permite ser verdaderos custodios del patrimonio vivo de la bicicleta en Bogotá.

Su trabajo es esencial para la continuidad de esta manifestación, ya que, sin ellos, la cultura ciclista no podría florecer de la manera en que lo ha hecho.

Por otro lado, los artesanos de bicicletas aportan una dimensión creativa y estética a la manifestación de la Cultura Bogotana de los Usos y Disfrutes de la Bicicleta.

Mientras los mecánicos mantienen en funcionamiento las bicicletas, los artesanos las transforman en verdaderas piezas de arte. Estos oficios incluyen la construcción personalizada de bicicletas, la fabricación de piezas únicas y la intervención estética en el diseño de los cuadros y accesorios.

Artesano muestra una pequeña bicicleta en la palma de su mano

Los artesanos de bicicletas, además, tienen un papel fundamental en la memoria viva de la manifestación, ya que su oficio implica el uso de técnicas tradicionales que, en muchos casos, han sido transmitidas de generación en generación. Estas técnicas incluyen el trabajo con acero, la soldadura de cuadros y la elaboración artesanal de piezas y accesorios. 

En un mundo cada vez más dominado por la producción en masa, el trabajo de estos artesanos se alza como un acto de resistencia frente a la homogeneización y una reafirmación de la individualidad y el valor del trabajo manual.

Estos oficios son parte de la memoria viva de la manifestación porque guardan y transmiten saberes que se entrelazan con la historia de la bicicleta en Bogotá. Desde los talleres mecánicos que han sido testigos de generaciones de ciclistas, hasta los artesanos que transforman una bicicleta en una obra de arte, estas personas son el alma de la cultura de la bicicleta en la ciudad. Su legado no solo es técnico, sino también cultural, ya que a través de su trabajo preservan y perpetúan la tradición ciclista en Bogotá, garantizando su continuidad para las futuras generaciones.